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La olla de barro, una tradición a punto de morir

“Nadie se dedicó a hacer un escrito sobre una cultura que tiende a desaparecer, ojalá haya alguien interesado en revivirla, que haga algo para que vuelvan las canoas a transportar el negocio de la olla de barro…”

Así plasma Getulio Sibaja en el boletín informativo Tierra Bonita, del corregimiento de Sitio Viejo, en la edición número 40 del año 2014, con estas palabras quiere gritarle al mundo y a las personas del pueblo, que una tradición base del sustento de sus pobladores en tiempos pasados, no termine en el olvido y muera con el transcurrir del tiempo.

No sé, si con este artículo se logre ver de nuevo esas canoas o los burros cargados de ollas de barros para su comercialización, pero, si se pretende dejar un texto que resalte lo importante que fue esta bella labor de las mujeres de este corregimiento, ubicado en el municipio de Chimá, que con sus manos prodigiosas manipulaban el barro y creaban ollas como una artesanía que le dio renombre a este lugar.

Sitio Viejo limita al Occidente con la Ciénaga Grande, la cual le permite extraer de sus aguas mansas en zonas con un nivel bajo, peses y aves como patos pisingos, barraquete, pollonetas, chavaries, algunos reptiles-anfibios como la hicotea, la babilla, y el ponche, un roedor de carne apetecida, estos animales hacen parte de la dieta alimenticia. En épocas de verano aprovechan la sequía de la ciénaga para cultivar maíz, yuca y la patilla, esta última se ha convertido en un comercio que les permiten generar ganancias económicas.

ollas de barro

En años atrás, muy atrás, mientras algunos hombres del pueblo realizaban actividades agrícolas o de casería en la ciénaga o por las faldas del Cerro Tofeme, las mujeres se dedicaban a preparar barro por cantidades para fabricar la olla, una tradición más antigua que los primeros pasos de aquel mercader de nombre Cristóbal Colon en tierras americanas, que se transmitía de generación en generación, las ollas eran reconocidas en toda la región y la fuente económica principal de su gente, ya que la comercializaban, las transportaban en canoas, en burros y hasta a pie a diferentes partes de Córdoba.

En las fiestas de la Candelarita festejada en el municipio de Chimá, era el escenario con mayor venta, y en la entrada del lugar, solo se podía apreciar, aparte de las deliciosas y afamadas panochas de coco de las chimaleras, las ollas de barros, estas ocupaban gran parte del sitio de comercio, hasta el punto en que los adinerados con ínfulas de poder, compraban las más hermosas,  las apilaban en un determinado lugar y ponían a galopar un caballo con su jinete para que pasara sobre las ollas y las rompían todas, las personas se deleitaban con tal espectáculo.

 

ollas de barro en lorica
Al igual que en el municipio de Chimá, en Lorica también se podían apreciar abundancia de ollas de barro

En las casas, mucho antes de nuestros abuelos, los utensilios de la cocina eran a base de barro, barro que amasaban con amor y paciencia las damas del pueblo, esta fue una actividad artesanal heredada de los indígenas Zenúes, desafortunadamente, fue bajando la producción porque la modernidad trajo las ollas de aluminios, los carderos y los utensilios plásticos hasta reemplazarlos por completo.

En cuanto a ollas de barro, había una variedad con funciones diferentes: la tinaja para echar el agua para tomar, la mantenía muy fresca, hoy la remplazó la nevera, estaba la múcura que se utilizaba para arriar agua de los estancos para luego hacer uso de ella en oficios de cocina y lavado; el mollo para preparar el guisado de hicotea, este le daba un sabor especial al guisado, la olla grande para cocinar los pasteles, los bollos, la olla para cocinar la vitualla (yuca o ñame), la olla arrocera, platos, cazuelas, macetas y floreros.

tinajas
Tinaja

No cualquier barro servía para el proceso de fabricación de la olla, era un barro que solo lo identificaban  sus artesanas, además, para hacer las ollas, tenían que esperar a que fuera luna llena y probarlo, si estaba agrio no servía, tenía que estar dulce, el proceso duraba más de 15 días y se llevaba una serie de etapas, entre ellas:

  1. Purgarlo: era quitarle “el macho” es decir, las piedras, las raíces o el barro que no se compactaba con el otro.
  2. Amasar: se hacía con una arena muy finita, cuando la masa de barro estaba bien preparada, las manos de quienes lo manipulan quedaba limpia sin material de lodo.
  3. Fabricación: con un molde se iniciaba por la parte de abajo, se giraba para que fuera tomando la figura que deseaban.
  4. Raspado y alisamiento: con unas cucharas de totumo se raspaban y se alisaban con una piedra de textura muy lisa.
  5. Asado: se amontonaban varias ollas de barros y hacían un horno con maderas a los lados para prenderles fuego y así se asaban y tomaban el color dorado o rojo quemado.

El nombre de Teresa Acosta, es conocido entre estas artesanas del barro, ya que participó en encuentros culturales a nivel departamental, mostrando sus destrezas en las manos con este lodo, donde ganó varios premios, entre ellos, la que reemplazo la tinaja, la nevera, pero la vendió en el mismo encuentro ya que vivía en las costas del cerro y no tenía fluido eléctrico en su casa. Actualmente, la fabrican algunas señoras del pueblo, solo si alguien llega y las encarga, pero son muy, muy esporádicos esos encargos.

En años atrás, no muy lejos, Eusebio Romero, más conocido en pueblo de Sitio Viejo como el Chepo, logró organizar por tres años consecutivos el reinado de la olla de barro, dicho reinado reunía a múltiples personas provenientes de los diferentes corregimiento y municipios del departamento de córdoba, el evento trató de darle popularidad a esta tradición y de traspasar fronteras, pero a raíz de la muerte de Eusebio, quien gestionaba para llevarlo a cabo, no se ha vuelto a realizar.

ollas

Las voces del pueblo

Getulio Sibaja

La fabricación de la olla de barro, fue una tradición que se trasmitió como hasta la cuarta generación de las mujeres del pueblo, era tan importante esta producción que si no las había, no se podía comer, ya que, con ellas era donde se cocinaba, también se comercializaba en casi toda la región de córdoba, salían canoas directo a Montería y Lorica, la comercialización se hacía por trueque, se llevaba la olla de barro y se cambiaba por plátanos, papoche, y productos básicos de la canasta familiar, otros las vendían.

En la actualidad se perdió la tradición hasta el punto de desaparecer, ahora que todo los utensilios modernos la remplazaron completamente, no hay apoyo por parte del Estado para que las artesanas desarrollen su oficio como parte de una tradición, algunos jóvenes conocen esta tradición porque en sus familia le han contado, pero no saben fabricar una olla de barro.

Brunilda del Pilar Bravo Espitia.

Desde pequeña empecé hacer la olla de barro, una actividad que me enseño mi madre, yo se la transmití a mis hijas, ya hace más de 20 años  que mis manos no tocan el barro porque esa tradición se fue perdiendo, las ollas se utilizaban para cocinar la chicha, el arroz, los bollos, los pasteles y las hicoteas.

Brunilda Espitia  Bravo (hija de Brunilda del Pilar Bravo Espitia)

Para fabricar la olla de barro, había un sitio especial en el pueblo donde se conseguía el barro, el sitio estaba en una finca privada, el propietario no ponía problemas  porque sabía que era una actividad para el sustento de muchas familias, ahora que se perdió la tradición, el sustento se basa en la pesca y la agricultura en la ciénaga cuando está seca.

Juan de la Cruz Bravo  Ruiz

Yo era el mayor comerciante de la olla de barro, salía a venderlas a Chima y a San Andrés de Sotavento, equipábamos unos burros con estas vasijas, o también íbamos a pie a venderlas, todo lo que adquirí en la vida fue gracias a esta comercialización.

Rafael Ruiz

Cuando las ollas ya estaban listas, había que cocinarlas, entonces salíamos a  cortar cantidades de leña,  lo que llamamos en el pueblo “los burros de leña” son cierta cantidad de madera seca, se preparaban hornos grandes estilo fogatas.

Felvia  Quintero Cavadia

Inicie esta actividad desde los 12 años, tradición de mi mamá, es una actividad de paciencia y de sacrificio, ya que el proceso de elaboración, en el momento de cocinarla uno se exponía a recibir una cantidad de calor en el cuerpo, puesto que, no era una olla, eran más de 15 y el fuego era intenso.

Yo también preparaba a las candidatas del reinado de la olla de barro, les enseñaba el proceso de fabricación de la olla, las ponía amasar el barro y a que intentaran hacer una. Actualmente ya no la hago porque ya nadie las compra, alguna que otra persona que llega y la encarga, solo así la fabrico y  eso no son todas la veces.

Nicolasa María Posada Sibaja  (candidata al reinado de la olla de barro)

No recuerdo el año en el que participe como candidata, no gane, pero es una experiencia única ya que fortalecí mis conocimientos acerca de la fabricación de la olla,  este reinado permitió  volver a recordar una tradición que se estaba perdiendo, que hoy día podemos decir que se perdió, además, permitió la popularización de la olla en todas la región del departamento de córdoba.

En la época en que la olla de barro tenia auge y uso, Getulio Sibaja describe en Tierra Bonita  “eran hermosas las madrugadas de las aguadoras (mujeres arriando agua), en caravanas hacían de hormigas arrieras para llenar las ollas, se ponían las múcuras en la cabeza y la soltaban, y habían unas más osadas, que hasta porro bailaban sin agarrar la múcura”.

Una tradición como esta, no puede quedar en el olvido, ya que el pueblo quedaría sin memoria, razón por la cual se dedica un espacio en este medio, para que los cordobeses, conozcan algunas tradiciones de los pueblos que conforman los municipios de un departamento lleno de infinitas costumbres, que deben perdurar en el tiempo, para que las próximas generaciones tengan un pasado que esculcar.

Escrito por Maicol Medrano para La guía de Montería @elpoeta513
Escrito por Maicol Medrano para La guía de Montería @elpoeta513

 

 

 

 

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