Mitos y leyendas de Córdoba
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Conoce los mitos y leyendas del departamento de Córdoba:
El duende
Es un espíritu que vive en las casas abandonadas o en las encrucijadas de los caminos boscosos.
En los lugares donde hay niños sin bautizar, se le oye cantar debajo de las camas.
Persigue y engaña con objetos brillantes a los niños llevándoselos a intrincados rastrojos donde les chupa la sangre. Se dice que solamente los futuros padrinos pueden rescatarlo o alejar al duende con el bautizo.
Agüero del yacabó
Es un rapaz diurno y nocturno. Según la tradición oral, es un pájaro agüerero que anuncia la muerte con su canto. Si quien escucha este canto está enfermo, no recobrará más la salud.
Agüeros
El niño en cruz
Es un objeto que representa a un niño crucificado.
El usuario debe metérselo entre cuerpo y carne y alimentarlo con su sangre. Como tribulación, el objeto maligno no permitirá que su dueño sea herido.
Los animes
Son animalitos de color oscuro, que tienen la boca roja y los ojos centellantes. Se guardan en un cacho de buey, que es muy resistente, ya que los animes padecen de un hambre voraz y todo lo roen.
El hombre que tenga los animes es un buen trabajador en todos los campos.
Se dice que para alimentar a los animes se les da saliva y dos veces al año hay que llevarlos a una hacienda para que devoren reces, lo cual se hace a escondidas.
Si los animes no son alimentados se comerán al dueño.
La aguja del muerto
No es más que una simple aguja que con mucho sigilo se hunde en el talón de un enfermo en estado agónico.
Al momento de expirar preguntará: “¿para qué la quieres?” y se contesta: “para enamorar”. Se saca la aguja del talón y se envuelve en un algodón impregnado con agua bendita.
El poseedor la usará dando puntadas en el aire cerca de la mujer pretendida, y ésta, al momento, enloquecerá por él.
Juan Lara
Es un espíritu burlón que aparece de vereda en vereda y de pueblo en pueblo, enamorado de alguna muchacha a quien asedia hasta enloquecerla.
Si no es correspondido, empieza a hacerle la guerra lanzando piedras en los techos con risotadas que se oyen en el aire, las cuales no se sabe de dónde vienen.
Se cree que en vida debió ser un hombre libidinoso, que por algún pecado sexual pudo ser condenado a vagar libre de enamorarse, pero con la desdicha de no ser correspondido y de no poseer pretendientes.
Cuentan que asedió a una bella mujer casada, a quien tiraba regalos y piedras preciosas, pero al ser rechazado y repudiado pasó a odiarla.